El australiano se coronó en Acapulco.
Nick Kyrgios se coronó en Acapulco y tuvo los reflectores sobre él una vez más. El australiano es famoso dentro del circuito ATP por dos cosas, un gran talento y la forma en que no termina de explotarlo. El Abierto Mexicano de Tenis fue la clara muestra. Eliminó a Rafael Nadal, dos del mundo y le ganó la final al tres del ranking, Alexander Zverev. También mostró esas actitudes que tanto le critican.
Kyrgios es uno de los jóvenes con más talento nato en el circuito. También es probablemente el jugador más insoportable entre los profesionales. Burlón cuando gana, mal perdedor. Cuando venció a Nadal fue particularmente claro (Cuando no iba a arriba en el marcador, aventaba la raqueta, sacaba desde abajo ambas consideradas faltas de respeto entre jugadores). En cuanto ganó el partido, además del festejo exagerado, se llevó las manos a los oídos, haciendo referencia a que no escuchaba al público, que lo abucheó durante el encuentro.
Son estos detalles los que han caracterizado su carrera. Talento en muchas ocasiones desperdiciado. Falta de disciplina, actitudes que no son propias de alguien que aspira a ser una súper estrella. Todo acumulado lo ha llevado a ser poco constante, en un deporte que para ser 1 y competir en lo más alto, se requiere justo eso, mantenerse todo el año. Un tipo que sigue sin entender lo que hace falta para luchar por los títulos importantes. Si solo se tratara de una cuestión de talento, estaría a la par de Novak Djokvovic, por ejemplo.
En Acapulco hizo un gran torneo, pero su historial nos dice que bien podría irse eliminado en la primera ronda de su siguiente torneo. Es triste ver a Kyrgios. Siempre dejando la impresión de que podría ser mejor y sin lograr resultados realmente importantes y de manera continua. Por el bien del tenis, ojalá madure pronto y sea el tenista que sus aptitudes le dan para ser.